Todas las mañana al levantarnos ya tenemos una rutina o un montón de cosas por hacer en nuestras agendas, la mente se enfoca entonces en
tratar de organizar las ideas, y apenas nos da
tiempo para tomar las llaves y salir corriendo a nuestro trabajo,
por las próximas 10 horas, para luego llegar agotados hasta mañana donde todo comenzara de nuevo. ¿A quien no le suena
familiar esto?
Y es que en la actualidad no podemos quedarnos atrás, debemos estar al día
en el trabajo, conocer las noticias mas importantes, estar pendientes de la
familia, hacer un recorrido por todas las redes sociales a las que pertenecemos,
y que cada vez nos demandan mas tiempo, también debemos compartir con la
familia, amigos y parejas.
Pero cuando por fin tenemos un tiempo libre en medio de
tanto caos, nos dedicamos entonces a algunas de las siguientes actividades:
comer, dormir, surfear por todos los canales de TV que tengamos y, claro, ¡nuestro amigo
Internet! El resultado de todo esto: estrés, mal humor, sensación de vacío, desmotivación,
aburrimiento, frustración, etc., etc., etc.
Es importante que nos preguntemos entonces: ¿cuando estamos realmente
concientes? estar conciente no es estar con los
ojos abiertos manejando el carro o la computadora como robots, cuando digo
conciente me refiero a estar en el aquí y el ahora, disfrutando cada sensación, cada
estimulo a nuestros sentidos, valorando el momento actual y todos sus
aparentemente insignificantes componentes.
Esos momentos de conciencia, de claridad,
donde estamos realmente viendo, escuchando, oliendo, tocando, degustando o
percibiendo todo lo rico que tiene este planeta para ofrecernos son cada vez menos frecuentes, esos momentos
donde pensamos antes de actuar, donde apreciamos la belleza de esa hoja que cae
del árbol volando de un lado al otro, o ese cantar de los pájaros recordándote
que estas en un mundo vivo.
Los instantes de conciencia son los que
llenan nuestra alma por un momento y la recargan para seguir adelante. Ahora bien, si estar conciente nos llena de felicidad, de paz, de dicha e ilumina nuestras almas, ¿por que no tratar de estar más
concientes?, pues fácil,
porque la mayoría no sabe como hacerlo, o quizás lo han ido olvidando.
Existen
varias formas de "conectarnos" a la conciencia y
"desconectarnos" de la monotonía robotizada en que vivimos. Una de
las mas sencillas es sentándonos a escuchar nuestra música
favorita, esa que nos hace mover el cuerpo o llenarnos de emoción. Otra de las
formas es ejercitando, dando un paseo, observando un paisaje natural, disfrutando realmente
un café, escuchar la risa de los niños, observarlos jugar y por supuesto ¡jugar
con ellos!
Personalmente he encontrado que el arte, sea cual fuera su naturaleza
(pintura, escultura, danza, fotografía, música, literatura, etc.) te invita a estar conciente para poder observarlo, leerlo y
escucharlo, hace que enfoques tu atención en la obra que estas disfrutando (u
odiando) llevándote a explorar tu mente y tus emociones, logrando que conozcas
mas de ti y de tu relación con el entorno.
El arte bien se podría definir como las manifestaciones del alma
del autor, son regalos que nacen de su inspiración para ser compartidos con el
espectador, son extensiones de si mismo y su visión del mundo para ti, y al ser
recibido como tales entonces se despierta en nuestros seres otra perspectiva,
una nueva conexión, un disfrute o una emoción, cualquiera que sea, porque lo
tomamos precisamente como lo que es: un regalo.
Cuando te sientas desconectad@ del mundo en el que vives puedes utilizar al
arte para volver, es uno de los vehículos mas efectivos para traerte al ahora,
ya sea que prefieras las artes visuales, la música o la poesía, cualquiera de
ellas te hará tomar una pausa y decir: estoy aquí y ahora, disfrutando el
momento!
Espero poder traerles algo de mi humilde arte a través de este blog, así
como el arte que me inspire de otros artistas, para que tengan una ventana
desde la que puedan observar y disfrutar ¡los regalos que nuestras almas tienen
para darles!
¡Feliz día!
Oliver Herrera.